Cathelium, el reino ideado
publicado por Brigo dentro de Historia, Literatura
José de Aguilarejo es el nombre del escritor español del siglo XIX nacido en Valdegrulla (Soria). Pasó su infancia en el citado pueblo durante la invasión francesa y posterior guerra de la independencia española. Posteriormente se trasladaría a Logroño dónde pasó gran parte de su vida. Aguilarejo murió en un desafortunado accidente al despeñarse mientras viajaba a Soria para visitar a sus hijas en 1856.
Aguilarejo es un gran desconocido para la literatura española, y en parte se debe a que apenas se ha conseguido encontrar un par de ejemplares de su obra (todos ellos de la misma imprenta y del mismo año de publicación), uno de ellos correspondiente a la historia sobre la que hoy nos centramos: Cathelium, el reino ideado por Aguilarejo con una vasta Historia que había desarrollado durante sus primeros años de estancia en la capital riojana. José de Aguilarejo desarrolló mapas, elaboró un sistema administrativo y político para el reino que él mismo había inventado, incluso llegó a realizar una serie de “libros de actas” en los que reflejaba las reuniones del consejo del reino, y las decisiones que se tomaban. Se cree que debió haber un mínimo de 5 “libros de actas” ya que en la actualidad se han conservado dos de esos libros, en ediciones del año 1885, de la imprenta de José Rebolledo y cía. (Madrid).
La historia del reino de Cathelium es narrada con minuciosos detalles en la obra principal de este escritor, titulada “Reyno de Cathelium, historia popular”. En este libro se nos relata cómo en el lejano continente de “Ald” el “reyno de Cathelium“ surgió a raíz de la unión de 9 pequeños reinos que se fueron congregando en dos grandes regiones de Cathelium, la parte Oeste, la cual era en gran parte comerciante y batalladora, y la parte este, con una población más rural, que trabajaba el campo, la madera y las minas férreas del norte que.
Estas dos regiones en principio mantuvieron unas buenas relaciones, llegándose a mantener ciertos acuerdos por los que a se permitía el paso libre de tropas por ambas.
Se trataría de una cultura que hoy podríamos asemejar a la Europa medieval, dónde una población exhausta pero contenta por saber que vivían en una zona libre de guerras ni grandes problemas, luchaba por sobrevivir con lo que ganaban día a día. Por el contrario poseían un sistema bastante democrático y una vida social muy amplia, siendo gran parte de las edificaciones de carácter público, como los silos dónde cada aldeano disponía de un piso en el que poder almacenar el grano, lo que hoy llamamos plaza mayor de cada aldea era una especie de consejo, con una arquitectura bastante singular, similar a los teatros romanos (pero de mucha menor envergadura, con apenas unas pilastras y un par de filas de asientos).
Se cuenta también en este libro parte de las medidas que quedan reflejadas en los “libros de actas” como la realización de un singular proyecto desarrollado en las aldeas cercanas a las principales minas, y por el cual se creaba un sistema de comunicación “… que de igual que los caminos son la tierra este nuevo sistema se haga con su interior, con los metales que se extraigan…” el sistema consistía en un par de raíles metálicos sobre los cuales se hacían mover mediante tracción animal una serie de carros adaptados para transportar materiales o personas, llegando en algunos tramos a prescindir de esta tracción, ya que por la inclinación del terreno se podían desplazar varios kilómetros sin necesidad de animales.
Cathelium es un reyno que sufre una invasión y tras la cual es liberado gracias a la dejadez del invasor (que se centra en otros reinos cercanos). Se narran cómo los habitantes del reyno tienen mucho aprecio a su pasado y enseguida cuentan un sin fin de leyendas; entre la que cabe destacar la del joven “Efmier”, apenas tenía 7 años cuando los invasores arrasaron su aldea (aquí podemos encontrar una gran similitud con la vida real de José de Aguilarejo) el crio consigue escapar escondiéndose en un refugio que su padre usaba como pequeño almacén para guardar algunas herramientas. Tras escuchar los gritos desesperados de sus vecinos sale de su escondite, viendo como ardían sus edificios. Allí quedan ya solo mujeres, ancianos y hombres inválidos para cualquier trabajo. Efmier se translada con su tía aldeas cercanas todavía sin conquistar, huyendo de los invasores. Finalmente tras varios años de tranquilidad los ejércitos, que habían estado aterrorizando con algún saqueo que otro a los asentamientos que estaban en la zona aún sin dominar, se ponen en marcha nuevamente, Efmier cuenta ya con 12 años, Uno de los ancianos decide emprender un viaje en busca de un lugar donde “…las aguas caen desde muy alto y en el interior, rodeado de roca se esconde un gran avellano.” Este emprende el viaje junto la mayor parte de las mujeres y ancianos (en vista de lo que podía pasar), Efmier se queda junto con los hombres de la aldea para luchar contra el invasor. El muchacho es golpeado perdiendo el conocimiento, y al despertarse ve que ha sido capturado y convertido en esclavo. Tras 3 duros años consigue escapar y se decide a buscar a aquel anciano y sus familiares. Efmier moriría sin encontrar el lugar, pero sin cesar en su empeño, a cambio consiguió que en cada sitio en el que anduvo se le uniesen nuevos hombres, llegando a forma una pequeña tropa con la que protegió a las aldeas de los saqueos que se producían constantemente.
Efmier murió en la capital del reino del oeste, posteriormente con la unificación final sería recordado como el primero que creó una defensa firme frente a las tropas enemigas. Siendo venerado por todo el reino en la fecha del aniversario de su incesante marcha.